Llegas a casa después de parir, con unos cuantos ramos de flores y con un bebé en brazos que necesita el 100% de sus padres. Tu hijo llora, tienes dudas y preguntas y no hay botón rojo, pero sí un montón de “opiniólogos” dispuestos a darte un montón de consejos gratuitos y no pedidos sobre qué debes y qué no debes hacer con tu hijo. Una situación que muchas veces no se corresponde con las expectativas que teníamos antes de parir.
La sensación que acostumbran a describir muchas madres es parecida a cuando llegas a casa después de una dura y larga jornada laboral. Estás cansada, has comido poco y deprisa, estas agobiada, te sientes desbordada, no de muy buen humor y en el postparto tendríamos que añadir que no duermes todo lo que quisieras y te inundan un montón de dudas sobre tu pequeño.
Físicamente, valorando que acabas de parir no estás al 100%, tienes dolorcillos, te cansas rápido por la pérdida de sangre durante el parto, llegas a casa y empiezas con la subida de la leche, quizá tu hijo tiene algunas dificultades para agarrarse al pecho… Además, el teléfono no para de sonar con mensajes y llamadas de personas que, con la mejor intención del mundo, quieren venirte a visitar.
Entonces es cuando te miras al espejo y ves una mujer con cara visiblemente cansada, con ojeras. Posiblemente un poco despeinada, con su barriguita postparto (que ninguna famosa tiene), y que te cuesta encontrar 5 minutos para ducharte. Piensas que tu vida ha hecho un giro de 180º y tu voz interior te dice «¡donde me he metido! En qué estaría yo pensando». Nada que ver con lo que acostumbramos a ver en las películas de Hollywood: madres y bebes perfectos, ni un pelo fuera de su sitio, un maquillaje impoluto y una figura mejor que antes de quedarte embarazada.
También es común que la madre experimente sentimientos de tristeza, ganas de llorar, pensamientos de “no sé si lo sabré hacer bien”. Todo este conjunto de emociones y sentimientos son NORMALES en la mayoría de mujeres. Para resolver esta situación de estrés fisiológico, es de vital importancia para la madre y el bebé que se sientan apoyados por su entorno más próximo. Las visitas que se agradecen son aquellas que ayudan con las tareas domésticas y te traen comida hecha.
Cuando hay dificultades en la crianza o en la lactancia es importante consultar profesionales especialistas en el tema como la matrona para que nos puedan ayudar en aquello que necesitamos.
Una madre, un padre y un bebé tranquilos se traducirán en un postparto más tranquilo y llevadero, y una lactancia materna satisfactoria. Con el paso de los días cada miembro de la familia irá encontrando su sitio, y los padres cada día conocerán mejor a su hijo y entenderán más rápido qué necesita en cada momento.